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Cuando el Sexo Anal se convierte en una Práctica de Igualdad

Publicado: 2013-08-01

Es sabido que la práctica sexual anal está bastante difundida, e incluso goza de cierto furor, en las últimas décadas entre la población heterosexual. Según estudios actuales, aproximadamente el 40 % de las parejas heterosexuales la han intentado y la disfrutan volviéndose una práctica común tras el sexo vaginal y oral; y si bien - antes era considerada tabú por presiones religiosas, sociales, médicas, psicológicas o de otra índole - su propia condición "prohibitiva" la catapultó como objeto de deseo hasta convertirse en fetiche comercializable por la industria pornográfica o en método anticonceptivo ultra recomendado, ambos a escala mundial. 

Se me viene a la mente imágenes reveladoras del actor Joe Dallesandro penetrando  a Jane Birkin en el film Je t'aime, Moi Non Plus (1976) donde se practica un sexo anal heterosexual, pero cargado de una libido homosexual incontenible que justamente plantea la disyuntiva de hasta qué punto el deseo sexual es amorfo, difuso y anárquico y deviene en una fuente de placer inagotable. De hecho, la sexualidad y la política van juntas de la mano, pues en ambos casos se trata de una toma de decisiones que acarrea consecuencias y que exige una postura que comprometa el ejercicio de tu propia libertad personal. 
Al examinar el sondeo muy entretenido y casual que llevé a cabo entre mis amigos tanto heterosexuales como homosexuales, quienes muy sueltos de huesos me bombardearon de anécdotas insospechadas y me recordaron una escena de Pepi, Lucy y Bom y Otras Chicas del Montón (1980), donde Pepi, encarnada por Carmen Maura, tiene que acceder al chantaje sexual de un policía que la descubre con plantas de marihuana, siempre y cuando sea solo por el ano pues debe cuidar su virginidad  para poder venderla al mejor postor; concluyo que deberíamos dejar de lado la estrechez de mente que conlleva a una estrechez de ano pues ésta limita nuestro deseo natural de exploración frustrando nuestro apetito de conocimiento y experimentación.
Reflexionemos sobre el ansia de penetrar esa zona prohibida tan imperfecta como fascinante, tan desatendida y expectante, con formas o métodos ingeniosos y eficazmente placenteros como son la penetración anal clásica, penetración con los dedos -  práctica muy extendida entre hombres heterosexuales por su contraparte femenino - penetración con dildos o juguetes sexuales, sexo oral-anal o "beso negro" y un sinnúmero más de procedimientos. Así, el placer del sexo anal puede aplicarse a mujeres y hombres de cualquier orientación sexual convirtiéndose en una suerte de ejercicio democratizador que por fin nos equipara en un mismo plano de búsqueda del placer como derecho legítimo. 

Escrito por

Héctor Acuña

Escritor/Traductor - Artista Visual Autodidacta - Drag Performer - Curador Independiente - Promotor Cultural - Dj - Visagista


Publicado en

Ser abyecto

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